música bajo la lluvia
Guatemala mágica
Resulta que cuando llueve, aun teniendo paraguas la gente no camina, creen que se van a derretir, como dice Byron Quiñónez. Sin embargo, por mi mejor. No me topo con nadie y las banquetas estás vacías, se puede caminar con libertad.
Hace un par de semanas estaban cayendo unos grandes vergazos de agua. Como era de esperarse nadie había en las calles de acá por la Merced, que es el barrio por donde camino para llegar a la camioneta. Para mi sorpresa, llegó uno de esos momentos donde Guatemala deja de ser esta cloaca de problemas y violencia y donde lo absurdo y ese realismo mágico de las novelas aparece.
Donde empieza la sexta calle de la zona 1, justo en la décima avenida fue donde sucedió todo. En esa esquina, hay un edificio que en lo alto tiene un rótulo que dice Oriols o algo similar, ese día bajo la pestaña de concreto del primer nivel había un cuarto de música.
Un contrabajo, un bandoneón, una guitarra y una trompeta, desvencijados todos, como sus dueños. Los cuatro estaban empapados resguardándose de la lluvia. Los cuatro, cantaban una canción (sea cual fuere la más melancólica de todas). El tiempo se detuvo, una vez más Guatemala era mágica para mi.
La gente, ausente del evento. Las calles, las gotas de lluvia, los postes, los carros, mi paraguas, mi zapatos mojados y yo, fuimos testigos mudos de lo que ocurría. Fue un concierto para nosotros. No pude seguir escuchando, era tarde. Las camionetas empiezan a pasar llenas, y ese barrio cuando empieza a anochecer, tiende a ser peligroso.
Resulta que cuando llueve, aun teniendo paraguas la gente no camina, creen que se van a derretir, como dice Byron Quiñónez. Sin embargo, por mi mejor. No me topo con nadie y las banquetas estás vacías, se puede caminar con libertad.
Hace un par de semanas estaban cayendo unos grandes vergazos de agua. Como era de esperarse nadie había en las calles de acá por la Merced, que es el barrio por donde camino para llegar a la camioneta. Para mi sorpresa, llegó uno de esos momentos donde Guatemala deja de ser esta cloaca de problemas y violencia y donde lo absurdo y ese realismo mágico de las novelas aparece.
Donde empieza la sexta calle de la zona 1, justo en la décima avenida fue donde sucedió todo. En esa esquina, hay un edificio que en lo alto tiene un rótulo que dice Oriols o algo similar, ese día bajo la pestaña de concreto del primer nivel había un cuarto de música.
Un contrabajo, un bandoneón, una guitarra y una trompeta, desvencijados todos, como sus dueños. Los cuatro estaban empapados resguardándose de la lluvia. Los cuatro, cantaban una canción (sea cual fuere la más melancólica de todas). El tiempo se detuvo, una vez más Guatemala era mágica para mi.
La gente, ausente del evento. Las calles, las gotas de lluvia, los postes, los carros, mi paraguas, mi zapatos mojados y yo, fuimos testigos mudos de lo que ocurría. Fue un concierto para nosotros. No pude seguir escuchando, era tarde. Las camionetas empiezan a pasar llenas, y ese barrio cuando empieza a anochecer, tiende a ser peligroso.
Comentarios
Regina: gracias por su comentario me alegra saqber que usted me lee. siempre he pensado que lo que escribo le pela por alguna razón.
Alfonso: si vaa, a mi enrealidad el centro siempre me ha pelado un poquito, aunque me lo conozco de p a pa, ahora si le voy encontrando la gracia.
Vigilante: otro lector que me sorprende. muchas gracias por la puntada
Saludos!