La vez que la SAT me violó


-Un Prólogo en Guatemala-
"Los extremos sociales no pagan impuestos, ni los muy pobres, ni los muy ricos. Welcome to el callejon sin salida Clase media."


Ahora que recibo mi formulario para actualizar la declaración jurada del Impuesto Sobre la Renta, viene a mi memoria uno de los eventos más dolorosos de mi vida. La herida que la SAT dejó en mi nunca ha sanado aún ahora, a varios años de distancia el dolor vive y arde.

Recuerdo que cuando me inicié en el periodismo, allá por el año 2003, mis servicios como reportero me merecían Q2,000 ($250) por trabajar cinco días a la semana incluyendo días festivos y fiestas de guardar, de 10 a 5 de la tarde cuando tenía suerte. Sin embargo para recibir ese dinero, mísero sí, pero salario al fin, debía presentar facturas. Así lo hice durante los dos años que trabajé como reportero en la revista Mirador –drogos+seudocultura-. Como pequeño contribuyente debía reportar 0.05% de mis honorarios cada tres meses. Cosa que no hice, y que así como yo, miles y miles de pequeños contribuyentes no hacemos (ojo en la conjugación del verbo en presente progresivo). No lo hacemos por olvido o descuido, no porque no creamos en el sistema como bien a cantado en su programa dominguero Dionisio Campero cuando dice que por eso no paga impuestos.
El punto es que nunca pagué. Años más tarde, en 2006, trabajaba como editor de portal en Terra Networks Guatemala donde, como bien enseñó la iniciativa privada comandada por Dioni Campero, tampoco se contrató a personas en nomina, todos estábamos facturando. La misma historia, dar facturas que nunca pagué.

Un día de tantos, me esperaba sobre mi cama un sobre. Como era costumbre con la correspondencia pensé que la carta podría ser cualquier cosa. Invitación a un retiro religioso, quizás una invitación a alguna boda o graduación, tan poco probable, pero todo caía en la posibilidad, cualquier mamada era posible, menos eso. El sobre era de la Superintendencia de Administración tributaria SAT. Revisé el nombre y pensé “Esta mierda es para mi papá, hoy si se lo chiman”. Pero no, era para mi.

¿Si, si, pero entonces què?...


Yo que sudo poco, empecé a sentir un frío asesino, el corazón se aceleró y mis manos se negaban ha abrir la misiva. Aclare mi garganta, y poco a poco fui rompiendo con mucho cuidado uno de los extremos del sobre. Saqué la hoja, la extendí, la carta, que era de un solo párrafo decía algo así como:

“Apreciable contribuyente, (que descaro el de estos hijos de puta -pensé-), nos vemos en la necesidad de pedirle se presente en el segundo nivel al cubículo numero X en la instalaciones de la SAT para solventar temas de su interés. Por favor preséntese con toda su papelería, talonario de facturas emitidas y no emitidas y recibos de pago trimestral. Por su interés siga las indicaciones, y preséntese antes de pasados ocho días desde la emisión de esta carta, de lo contrario tendremos que proceder legal y penalmente contra usted.

Atentamente,

Los hijos de la Gran puta (Superintendencia de administración Tributaria, SAT).”

Por mi mente pasaron muchos, muchos escenarios. Desde los más agresivos, hasta los más estúpidos. Llegue a pensar en presentarme ante el señor presidente de Guatemala de esa época, el excelentísimo finquero (que abrió las fronteras para que cualquiera entre al país sin ningún documento), y decirle.

“Oscarito vení... vení hombre, no te voy ha hacer nada... que vengás te digo....” entonces este se acercaría y me diría “¿Qué?, ¿Qué querés?¿Qué me vas hacer?” y yo le respondería.

“Vos tranquilo mano...” le pondría mi brazo sobre el hombro y le diría

“Mirá vos, decime, ¿Por qué se te ocurrió poner esa onda de presionar a los contribuyentes a pagar, y casualmente solo a los pequeños contribuyentes les enviaron carta?, te recordás que lo dijiste hace poco en las noticias vaa”, Entonces con el brazo apretaría su cuello y empezaría a alzar la voz.

“¡AH!, explicame pues pedacito de mierda porque hiciste semejante cagada” y entonces empezaría a golpearlo en la cara con una manopla.

“Hablá pues cagada oligarca, ¿porqué me están exigiendo los impuestos?, ¿porqué querés que los pague de un solo? –otros tres talegazos- ¿porqué no vas con tu marido Dionisio Campero y le cobrás a él? ¡Mierda! –ahí lo soltaría y un vergazo más al estomago-”

“A huevos como chiman juntos vaa... seguramente se la maman mutuamente, se la exprimen de la misma forma que exprimen al pueblo que les da de hartar ¡verdad mierda! –más golpes y patadas-”

“¡Siempre es a la clase media a la que hay que pizar vaa cerote!” Y entonces dejaría ahí a Oscarito llorando en una mezcla de lágrimas y sangre.

Regrese a la realidad y pensé todas las soluciones posibles, lo primero era averiguar qué era eso de los talonarios de facturas emitidas y recibos de pago. No sabía de que me estaban hablando.

Al día siguiente, fui con el contador de la empresa. Me caí en la verga pero como era quien pagaba siempre lo trate bien. Me acerqué y le dije:

“cht, mirá Rey, disculpá que te chingue, se que estás ocupado, eso de hacer sumas ha de ser muy difícil (lo último no se lo dije pero lo pensé) mirá vos, fijate que me llegó esta carta de la SAT, me la podés explicar”...

Tomy, digamos que se llamaba Tomy, nunca supe su nombre, tomó la carta, hizo una cara de sorpresa que me dio mucho miedo, y luego frunció el ceño, dándome más miedo aun, finalmente sonrió, y dije, esta es una chimada segura.

“Pues mirá, en resumen dice que te van a dar una gran cogida vayás, o no vayás”.

“Perá, ¿cómo así?, ¿estás seguro? ¿O sea, qué tengo que hacer?”

Tomy encorvo la risa, cosa que a mi me encanta hacer pero, caso contrario me da mucho miedo, me dice:

“Mirá pues, tenés que ir a ese lugar con lo talonarios, son esos bloques de papel de donde arrancas las facturas, donde guardas copia de la factura emitida, donde estás las copias amarillas –¿Qué copias?, pensé-. Y los formularios que pagaste, estos mirá”.

-Yo seguía con cara de mexicano en Nueva York, asustado, perdido y confundido-

“Mira pues, como me imagino que no pagaste el último trimestre de eso te van hablar, no te ahuevés, llevá, los talonarios y las planillas nada más. Y, jajajaja, -se rió el maldito- preparate, te van a poner una multa, pero vos tranquilo, no vas ser mucho”.

Bueno, la conversación Tommy me dio cierta tranquilidad, esperaba que eso de los trimestres, me lo descontaban de alguna forma mágica con el cheque que me daban por lo que me tranquilice. Fui a recursos humanos, le hablé al abogangster que dirigía el departamento para que me diera el permiso, porque al día siguiente iba ir a mi cita con la SAT.

Siguiente entrega, -Mi primera vez con la SAT, aflojando y coperando-

Comentarios

Alexxx dijo…
me imagino que gran cojida te dieron esos cerotes, una vez que se me olvido meter una factura los mierdas me cobraron como 200 pesos de multa
Issa dijo…
wajajaj me encanta tu sarcasmo ante semejante huevello que le dicen! jajaj pero el Dioni se llevo las palmas junto con Tomy... mira pues como te explico que esa vaina no va a cambiar y que a los que mas nos quintan son a los que menos tenemos y luego??? que el pais esta en deuda porque los amigos del mero mero no quieren pagar sus impuestos y con un par de negras (etiquetas digo...) todo queda en paz... que mal no???
excelente tu post :)

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