El último en morir que apague el carro




No hace mucho vi en Facebook que la jirafa está en vías de extinción. Me pareció un posteo alarmista. Una exageración creada por un ecohistérico. Pero no. Es verdad. Una publicación de el Periódico (el original, no el de Guatemala) da fe de que es cierto.

De hecho, es una lista de cinco animales. Menciona al Loro gris africano, a la vaquita marina que, no es por ser cínico, pero por los nombres suena a que son tan exóticos, que es lógico o de esperarse que eso les pase a corto plazo. 

Sin embargo, la lista se cierra con las chitas, que no es que sean más importantes, solo es que han tenido una mejor publicidad y parece que están sanas y salvas, pero tampoco. Ahora, leer que las jirafas y las abejas están en ese top cinco, deberían de tenernos, pensando 24/7, cómo solucionar ese evento. Principalmente, por la condición de las abejas y su importancia para el mundo. Sí, es egoísta el razonamiento, pero solo eso mueve a la humanidad: egoísmo.

Y aunque Albert Einstein nunca dijo que “Si la abeja desapareciera del planeta, al hombre solo le quedarían 4 años de vida”, no por eso deja de ser cierto.

Y es que al final, todo este gran síntoma es consecuencia del crecimiento económico de las grandes naciones. Esas que tiene más dinero pero que a su vez contaminan más, y son las más necias. Claro, no todas, Alemania demostró que otro tipo de nación es posible, pero China, EE. UU. y Austria no les importa, como si a la larga, un caos biológico no fuera a afectares.

Recientemente, leí en una presentación parte del curso Sociedad Incluyente y economía (CFI) que 

“en 1970, el llamado Club de Roma publicó un informe llamado “Límites del crecimiento”, que sostiene que no se puede crecer rápido por tiempo indefinido. A partir de esta idea, algunos economistas proponen la teoría del decrecimiento que consiste en mantener tasas bajas de crecimiento económico, menores de 2%, compatibles con la naturaleza. ¿Cuál es su opinión al respecto?”

Pues la mía, que nos detengamos y que obliguemos a detener a quien no quiera. Ya basta de negociación. No puede ser posible que las naciones ricas continúen con su crecimiento económico desmedido. Como si en el futuro van a desarrollar la capacidad de comer y beber dinero en lugar de agua. Y para las naciones pobre que se frene la demografía. Ambos lados de la balanza perjudican al mundo de manera tangencial.

Claro, eso sería un decisión dictatorial, anacrónica si se quiere, a moral… pero entonces, ¿de qué manera?. Hace cuanto que se trata de convencer por medio del diálogo que hay que hacer una pausa. No sé, quizá soy un anarquista.

Otra de las preguntas que tiene la presentación del CFI dice: “La deforestación y la contaminación son dos problemas ambientales de Guatemala. Desde la perspectiva del mercado, ¿cómo se puede contribuir a reducir la magnitud de esos problemas?”

Quizá con empresas que le apuesten a energías renovables. Paneles solares en lugar de energía eléctrica. Más turbina eólicas dispersas por el país. Sanciones reales y severas a las grandes empresas que desvían ríos o los contaminan. Eso desde el factor macro… desde el factor micro promover el menor consumo de productos contaminantes: bolsas, PET, papel, basura innecesaria.

¿Se han puesto a pensar cuanta basura innecesaria venden los restaurantes de comida rápida con sus productos? Solo con rechazar la pajilla en la orden de comida, solo con eso se puede hacer un cambio sustancial.

Si no lo hacemos, le daríamos la razón al comediante George Carlin. Quien dicho sea de paso, hace un statement contundente, a través de la risa hace una denuncia que pocos entienden.


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