aaaaaaaaah, la Landivar!


Fue en mayo o junio de 2001, no lo recuerdo bien. La Anfitriona había ofrecido su casa para hacer una fiesta. Casi toda la clase asistió, bueno, asistió la gente de rollo. Había tanto guaro y tanto para fumar que formábamos palabras con los cigarrillos. Fue una buena fiesta. Unos bailando, otros alegando, accidentes… de todo. Recuerdo que ya para las nueve de la noche, si no es que antes, yo estaba en una silla en medio del jardín, con los ojos cerrados y cansado de tanto vomitar, simplemente ¡no!, aunque estaba despierto no podía abrir los ojos, simplemente no podía. Cometí el peor error de todos. Cada vez que alguien entraban a fumar a la carpa donde nos íbamos a dormir, yo los acompañaba, sea a enseñarles a como hacerlo o a compartir un rato. Fumé tanto que mi percepción visual estaba torcida, tenía que girar unos cuantos grados mi cabeza para poder ver bien, siempre me sucedió cuando me ponía coche. Pero a pesar de los pesares recuerdo bien en que lugares vomité, siempre he sido educado en ese sentido.

que siga el degenere...


“¿Anfitriona disculpá en que lugar puedo vomitar?”
“¡Ala gran puta con vos!!!, es una mierda, eso te pasa por coche!”.
“¿Anfitriona disculpá en que lugar puedo vomitar?”
“¡No sé! en el baño, donde más, a no, adentró esta mi tía no, ¡en el baño no!”
“¿Anfitriona disculpá en que lugar puedo vomitar?”
“Ya sé, vaya cerca del otro portón del jardín”.

Y algo por el estilo en circunstancias distintas. Hubo un caso que todos recuerdan incluso yo que no recuerdo parte de la noche dadas las circunstancias, (además la memoria traiciona y la última vez que se tocó el tema en las altas esferas landivarianas las versiones estaban tan distorsionadas que ya las dejé de creer, pero bueno), en realidad nadie lo había invitado. Digamos que él es una persona cuadrada pero no lo sabe y por azares del destino cayó en esta fiesta. No tenía una puta idea de a que iba a la fiesta que realizamos en le jardín de la Anfitriona. Entró, y tenía los ojos abiertos abiertos, no entendía que pasaba. Tenía una cara de asustado como si estuvieran dentro de Hotel California. En realidad daba como que pena, risa y extrañeza. No sabías si darle para el taxi, encerrarlo en un carro o simplemente cagarte de la risa de él. Éramos como veinte personas, quizás más, que se divertían cada quien a su manera en una casa en lo profundo de la zona 16.

¿Vos, Gabriel que estaban haciendo en la carpa?
-¿Como así?
¿Si, ahorita a qué se metieron, que hicieron?
-A fumar, como así.
“Pero porqué fuman dentro de la carpa todos juntos, si afuera están fumando también ¿No entiendo?
-aaaaaaaaaaaaaaaaaa, AAAAAAAAA, aaaaaaaaaa ya entendí tu pregunta (respondí en un ataque de risa) No tranquilo no pasa nada es que ahí se meten a fumar como si fuera un confesionario.

Le respondí a ese pobre hombre que mucho tiempo después, aún no sabe que ocurrió aquella noche, según me comentó por el mesenger meses atrás.

Grandes amistades hice en esa fiesta, la que aún hace eco en la memoria de los que fueron. Dadas las circunstancias no les puedo contar mucho de lo que sucedió. La información tiene espacios en blanco que no logro rellenar, peor ahora, a la distancia. Dada la confesión anterior creo que es más que obvio que no quiero esconder ningún tipo de información pues que yo sepa no hice nada peor que andar vomitando por allí, y no se me ha reclamado lo contrario.
Lo que si recuerdo es que cerca de las dos o tres de la mañana decidimos irnos a dormir, yo estaba recobrando el sentido de orientación, equilibrio etc.
Ya dentro de la carpa el tufo se estaba disipando, y nos jateamos como 16 personas, la carpa era grande y bueno, otros se quedaron dentro de la casa. Él, el sujeto de quien hablé al inicio le toco quedarse en la carpa, no sin antes preguntar que era ese olor. Las horas pasaron y como a las siete de la mañana u ocho todos despertamos como que al mismo tiempo, incorporándonos, el sujeto se sentó y en su espalda es decir, en la parte trasera de su suéter de mickey mouse clásico estaba llena de mosotes de monte, por lo que tooooooodos los que estaban despiertos se empezaron a carcajear, pues él sólo preguntaba “¿tengo sucia la espalda?, ¿tengo monte?, ¿quien entró monte a la carpa....?”

“Tranquilo hombre, te voy a limpiar la espalda” dijo alguien que al pasarle la mano por la espalda le fue quitando ese monte que nuestro amigo desconocía tragándose la carcajada. Las horas pasaron y la familia de la Anfitriona gentilmente decidió hacernos de desayunar, en la mesa todos de alguna manera cupimos y comimos un desayuno tradicional chapín. Pero todo indicaba que la fiesta no había terminado. Como se imaginarán, si yo estaba así de mal por no decir así de estúpido, el resto de la mara andaba igual. Pero la noche paso sin sorpresas, un grupo de universitarios disfrutando de las bondades de la juventud.

En un ataque de sepa la vida qué, Viene el Pizado que caminando con sus ojos en el suelo decidió pasar de la casa al jardín sin detenerse en la puerta de vidrio que en realidad era ventana de casi dos metros de altura, la que decidió atravesar rompiendo con la cabeza, “sin querer”, ha dicho siempre. El estruendo estalló en los oídos de todos, volteamos a ver y el Pizado aparece todo ensangrentado pues los chayes del vidrio le cayeron en los brazos generándole unas cicatrices que hasta hoy, son símbolo de broma pues se considera que son cicatrices de unos tatuajes removidos como parte de un programa de reinserción social de la primera dama en el gobierno de Portillo.

Sangre por todos lados, aquella la Anfitriona, molesta porque un vidrio roto a la mañana siguiente de una fiesta de degenere arruinó el momento. Nadie sabía que hacer unos le tiraron azúcar en las heridas con lo que se detuvo la hemorragia y bueno. Aquel sujeto que no entendía que hacía en la fiesta estaba molesto pues quería que lo pasaran dejando a su casa antes de llevar al Pizado al hospital par que le hicieran las suturas correspondientes.

En fin, la Landivar... a ocho años de distancia lo único que nos queda es reírnos de esas patoaventuras que con el tiempo, degeneran en vagos recuerdos en los que se narran según convenga al trovador o cuentista que decide sacarlo a flote.

Estudiante landivariano... Yo te saludo.

Comentarios

el VERDE !!! dijo…
a ver... el despistado eso q no sabía q putas era la mota es el mismo que atravesó la puerta-ventana de cristal ????

puta, yo me considera despistado pero aún en mi estupidez / ingnorancia sabía la diferencia entre grama seca, orégano y mois.

Me cago de la risa... jajajajaja. Es más, me voy a la carpa a meditar.
Prado dijo…
acomodemos el post a las fiestas de derecho: quitemos la mota, pongamos guaro, agreguemos sexo. ah. pero si iba yo, dejemos la mota. ajúa.

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