Pesar





Ha pasado mucho tiempo y aún lo recuerdo. No tengo idea de como me enteré de ella, sólo se que siempre estuvo cerca de mi, es una historia que carcome los sentimientos, no sé como empezó; pero entre las voces de los ancianos de repente apareció la historia. Antes de que existieran las fábulas, por la noches contaban la historia de un pez.

Él nació como cualquiera, ni mejor que nadie, ni peor. No tenía nada de distinto para con sus congéneres, era un pez azul, en las orillas del río. Se veía a si mismo insignificante, no encontraba diferencia entre los peces que le rodeaban, todos tenían las mismas aspiraciones.
Pero una noche todo cambió, salió a la superficie y entre las copas de los árboles y el canto de los búhos la vio, y para cuando se dio cuenta ya estaba enamorado. Sí, no lo podía comprender sólo lo sentía, amaba a la luna, a esa hermosa luna llena, que con su reflejo llenaba todos los rincones de luz, nadie podía ignorar su belleza, pero el pez a pesar de sus limitaciones vivía para ella.

No había pez o animal en el río que no lo supiera, que no se diera cuenta y que no se riera de él, sin embargo el pez no vivía para otra cosa más que para las noches, las veces que menguaba, el pez pensaba en su embriaguez que la luna le sonreía, y que lo hacía sólo con él, mas nadie dejo de reír y todos le decían, le regañaban, ella no es para ti... no eres nada.

Una noche de esas, en las que el alma nos habla al oído, cuando susurra órdenes locas que pueden llevar a la muerte, el pez decidió dejar su río. Nadó río abajo sin importarle nada, con la noche partió y nadie supo de él.
Día tras día, nadando río abajo sólo detenía su marcha por las noches en las que, para cobrar fuerzas, salía a la superficie y la contemplaba, hipnotizado, comía con la mirada, a lo lejos en medio del espacio nocturno la luna, inerte, estática, guiaba sin quererlo así, el camino del pez rumbo al mar.

Muchas noches nadó, y una madrugada, cuando el sol alborea y empieza a quemar las nubes oscuras de la noche, el pez se vio en una cascada y con gran velocidad y emoción saltó, mientras caía, planeando en el cielo vio como la luna se alejaba en el firmamento, mientras él se acercaba al agua salada (la que lo destruiría) totalmente extenuado. Pero seguía vivo, a pesar de que la sal quemaba su ropaje de escamas él seguía, debía alcanzarla tenía que estar junto a ella, así muriendo poco a poco siguió nadando. Antes de la media noche de ese día el pez llegó al centro de todos los océanos y salió a la superficie, ahí, más muerto que vivo sintió tocar a la luna, en su delirio sentía estar con ella.

En ese momento, a esa hora exacta en la que la misma noche duerme, cuando los dioses descansan y el diós del mar ha decidido cesar su marcha deteniendo todo movimiento acuatico, la luna bajó a la superficie del mar. El pez no entendía lo que sucedía, era un sueño hecho realidad. Mientras el océano totalmente quieto fue el único testigo, el único tercero que presenció aquella conversación entre ellos, fue el único en escuchar las palabras que trataron matar una a una al pez y juntas se pronunciaron así.

Tú, pez, pobre y miserable pez. ¿Quién te has creído?, ¿Qué te hace pensar que tienes el derecho de venir hasta acá? El motivo que te trae hasta acá es tonto. Yo nunca querré estar contigo, mucho menos mi amor, somos de naturalezas distintas, yo vivo arriba, en las alturas, mientras tu, un pobre pez de río, no eres nada para mi, no tienes nada para ofrecerme, que puedes ofrecerle a un astro como yo, que te llevó a pensar que estaríamos juntos, eres, fuiste y serás la risa de tu especie, de tus seres cercanas, fuiste un chiste para todos. Da la vuelta y regresa por donde veniste, si es que puedes; pobre y pequeño pez.

-¿Has terminado?- ¿Que quieres decir pez? - ¿Qué si has terminado?, hasta el momento sólo te has dedicado ha hablar, y a decir verdad no sé que te hace pensar que no sabía de mis limitaciones. Nunca dejé de saber lo que me dices, nunca lo olvidé y te equivocas en algo, mi amor es mío y de nadie más. Claro, me enamoré de ti de tu luz, no hubo instante en el que no pensara en ti, mí amor por ti es lo más grande que tengo, pero no te confundas, es un amor que no puedes destruir, mi amor es incondicional. No tiene principio ni fin. Es lo más preciado que tengo y es solo mío. No me importa que no me quieras, que no seamos de la misma naturaleza, es más, es tan grande que no me importa este desprecio. Mi amor es mío y de nadie más, es algo que nadie ni tu misma me lo puede quitar. Te amo sí, y será para siempre, porque a pesar de lo que dices, a pesar que seas un astro, te darás cuenta que nunca, en ningún momento de tu existencia, pasarán miles de años y nunca nadie te amará como yo lo he hecho, nadie deseará en su vida tanto querer estar contigo como yo lo hago, y al final yo no seré más que un recuerdo que tal vez te moleste en algún rincón de tu alma, pero siempre estaré ahí. Y tengo la satisfacción que no seré un remordimiento para ti, más bien, llegaré a ser un habitante del olvido.

En ese momento, el corazón de la luna empezó a teñir todo su cuerpo, una mancha negra fue colorando toda la superficie de la luna mientras lentamente una gota cayó petrificándose al lado del pez, y mientras venía hacia él, el pez dijo: lo ves, ahora algo de ti estará siempre conmigo, juntos estaremos en el fondo del mar y pasaran los días y querrás saber que fue de mi, mientras tu lágrima y yo habitaremos juntos, querrás saber que fue de mi, y yo moriré y nunca sabrás cuando, me buscarás, buscarás la mirada de este pez en todos los reflejos del mar, adiós para siempre.
Así el pez se fue tras la lágrima de roca, nadó tras ella y mientras más oscurecía el mar, más a gusto se sentía porque tenía consigo algo de la luna, dormiría por toda la eternidad sobre una lagrima de la luna, nunca tendría una mejor compañía. En ese momento supe que mi soledad y mi amor eran para estar ahí, sólo, feliz, mientras la sal del mar terminaba de incendiar mis branquias, estaba feliz, sólo y feliz, en el fondo, ciego sin ningún halo de luz del cual beber... satisfecho... muriendo en las tinieblas del fondo del mar.

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