Crónica de tres tripulantes
-De como se puede ganar un premio con el mínimo esfuerzo (¿Basado en hechos reales?)-
Poco sabían los tres reporteros lo que iba a suceder en ese viaje a La Antigua. Eran ellos, Stanley "Santanley me las cojo heridas (El santo cachón)" Herrarte, responsable de la documentación fotográfica, Juan Polvo "el sabueso de harina" Dardón, capitán encargado de dirigir a la tripulación en esta empresa. Y Gabriel "tumba portones (El conforme)" Arana, a quien se le responsabiliza de la recopilación de datos y entrevistas del viaje, quien revela en una entrevista, algunos de los hechos que esconde esta travesía.
Aquella tarde de un viernes cuya fecha nadie quiere recordar, fue cuando empezaron a suceder esos hechos que, bien sean juzgados por Dios y los hombres de buena voluntad, poco tienen de irreales, más mucho tiene de verídicos los que, aún hoy, siguen careciendo de fundamentos de realidad, llevando a la historia a los umbrales de la ficción.
El transporte, era un Toyota Tercel color azul cenizo, apodado por el capitán como "el azulejo", al cual se le rasparía uno de sus contornos en una pared y casi derribaría una puerta por culpa de Gabriel, pero no nos adelantemos a los hechos.
Las declaraciones siguen acá---)
De nada sirve buscar culpables en esta historia. Los tres son responsable de esta misión la cual esta anegada en misterio, drogas y licor. Lo cierto es que el viaje no inició al dejar las oficinas del periódico Década XXI* en donde estos tres reporteros trabajaban para las páginas del suplemento (MÍAMOR, Jóvenes + dulzura)***.
¡No!, el viaje empezó justamente cuando El Azulejo transportaba a los tripulantes justo en el paso a desnivel que pasa sobre la calzada Roosevelt, después de Peri Rooselvelt. Tras una escala en la casa de Juan Pablo en donde se detuvieron por provisiones, una hielera de plástico y tela, la que llevaba el primer detonante de esos tres días de degenere.
En ella se encontraba un popurri de cervezas. Al menos cuatro tipo de este líquido embriagante estaba contenida en ella. Y bajo ordenes expresas del capitán, los tres tripulantes se dedicaron a beber y a beber y comer manías japonesas.
El viaje continuó en paz, en medio de la planeación de lo que sería un suplemento especial dedicado a la ciudad de Santiago de Los Caballeros, o la Antigua Guatemala. Sin embargo a la altura del súper24 de san Lucas, los tripulantes se vieron obligados ha hacer otra escala. No fue por el mal clima, tampoco por el tráfico. Ellos, los tripulantes, tenían que hacer una visita al mingitorio y además, empezar a gastar el presupuesto que se les había asignado para el viaje. Volvieron a comprar más provisiones para ese largo camino: "¿Yo creo que con dos six de gallos taconudas llegamos bien a La Antigua vaa" dijo el capitán Dardón, quien sin recibir objeción de los tripulantes compró más cervezas.
Crónica de una llegada, una estadía y unos cuantos tragos más (Continuará)
*, ** Por respeto a ambas instituciones se decidió utilizar nombres ficticios y así evitar cualquier tipo de señalamiento para los aventureros.
Retratos hablados realizados por Alejandro Azurdia.
Aquella tarde de un viernes cuya fecha nadie quiere recordar, fue cuando empezaron a suceder esos hechos que, bien sean juzgados por Dios y los hombres de buena voluntad, poco tienen de irreales, más mucho tiene de verídicos los que, aún hoy, siguen careciendo de fundamentos de realidad, llevando a la historia a los umbrales de la ficción.
El transporte, era un Toyota Tercel color azul cenizo, apodado por el capitán como "el azulejo", al cual se le rasparía uno de sus contornos en una pared y casi derribaría una puerta por culpa de Gabriel, pero no nos adelantemos a los hechos.
Las declaraciones siguen acá---)
De nada sirve buscar culpables en esta historia. Los tres son responsable de esta misión la cual esta anegada en misterio, drogas y licor. Lo cierto es que el viaje no inició al dejar las oficinas del periódico Década XXI* en donde estos tres reporteros trabajaban para las páginas del suplemento (MÍAMOR, Jóvenes + dulzura)***.
¡No!, el viaje empezó justamente cuando El Azulejo transportaba a los tripulantes justo en el paso a desnivel que pasa sobre la calzada Roosevelt, después de Peri Rooselvelt. Tras una escala en la casa de Juan Pablo en donde se detuvieron por provisiones, una hielera de plástico y tela, la que llevaba el primer detonante de esos tres días de degenere.
En ella se encontraba un popurri de cervezas. Al menos cuatro tipo de este líquido embriagante estaba contenida en ella. Y bajo ordenes expresas del capitán, los tres tripulantes se dedicaron a beber y a beber y comer manías japonesas.
El viaje continuó en paz, en medio de la planeación de lo que sería un suplemento especial dedicado a la ciudad de Santiago de Los Caballeros, o la Antigua Guatemala. Sin embargo a la altura del súper24 de san Lucas, los tripulantes se vieron obligados ha hacer otra escala. No fue por el mal clima, tampoco por el tráfico. Ellos, los tripulantes, tenían que hacer una visita al mingitorio y además, empezar a gastar el presupuesto que se les había asignado para el viaje. Volvieron a comprar más provisiones para ese largo camino: "¿Yo creo que con dos six de gallos taconudas llegamos bien a La Antigua vaa" dijo el capitán Dardón, quien sin recibir objeción de los tripulantes compró más cervezas.
Crónica de una llegada, una estadía y unos cuantos tragos más (Continuará)
*, ** Por respeto a ambas instituciones se decidió utilizar nombres ficticios y así evitar cualquier tipo de señalamiento para los aventureros.
Retratos hablados realizados por Alejandro Azurdia.
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