Ciudad de ratas
¿Qué nos depara el camino?
La cosa es simple. Vivir en Guatemala es vivir en un país de tantas caras que las unas parecen falsas y las otras exageradas. No creo que sea cosa de ver el vaso medio vacío es de verlo como más fácil y práctico te resulte. A mi me parece que todos quieren mi dinero, y sobre todo que cualquiera que no sea yo es un potencial asaltante. ”que me pasa esto… que mi hijo está muerto, que mi enfermedad, que el gobierno, que los grandes corazones, que cristo y las once mil vírgenes“ ya estoy harto.
La tarde del viernes me dirigía en una 101 del centro a la zona diez. Tres lacritas: él de 8, ella de 9 y él 10 años andaban chingado en la calle, ahí en la octava calle por la iglesia esta que ahora olvidé su nombre, sobre la décima avenida. Santa algo. Se suben de gratis a la camioneta y se la van chingando. Cosa de niños, normal para cualquiera, cosas de la edad dirían por ahi.
Acá más quejas...
En el centro comercial zona cuatro se sube una muchacha que estaba de buen ver, si se quiere decir vulgarmente cualquiera le da para sus dulces, la diferencia era que carecía de un ojos, “seguro fue puta y le sacaron un ojo, esas cosas que se acostumbran en el tercer mundo” pensé. Detrás de ella su compañero empezó a ofrecer manías japonesas con el rollo de siempre que jesús, y que antes robaba etc.
El colmo fue cuando viene y dice “Sabes hermano yo no te entiendo. Yo me subo a ofrecerte mi producto y la palabra de dios y tu no me pones caso. –Para ese momento uno de los lacritas se acerca y le pide unas manías gratis. El vendedor hace una pausa y sigue con su charla- La verdad no entiendo porque eres así, antes si asaltaba y te quitaba tus pertenencias todo era malo. Vienes nos linchas y nos quemas. Ahora que te vendo productos tu te molestas y me maltratas. De verdad que ya no se que quieres que haga –En este instante se acerca la otra lacrita a pedir otra manía y el vendedor un poco molesto la entrega-. Así que por favor hermano ayúdame cómprame mis manía. –Para este momento aparece la tercera y ultima lacrita a pedir las manía, la cual le fue entregada más no fue con mucha gracia por el vendedor-. Sabes hermano, eres un irrespetuoso porque no me ves cuando yo te hablo, se que estás cansado pero por favor compra por un quetzal estas manías y ayudarás a cendas nuevas“ o similar.
Yo en realidad nunca he sido de dar dinero en la camioneta, a veces es a los músicos a quienes les doy dinero no sé porqué, quizás porque que si me hubiera dedicado a ser músico como siempre anhelé hubiera terminado de la misma manera. Pero me desvió.
El sujeto vendería unas cinco manías y la vida en la camioneta siguió. Estos tres lacritas seguían chingando, el chofer hace un frenazo que obliga a los tres niños, que, cual efecto domino, caen uno encima del otro en el suelo de la camioneta. El que quedó abajo se levanto como los mil demonios y le pegó un puñetazo a la niña en la espalda y al otro niño un golpe similar.
Nadie hizo nada, total, no son nuestros hijos, porque habríamos de corregirlos, al menos yo pensé “que se maten, total de ladrones van a terminar“.
Y bueno, me bajo en la Reforma camino, hago mis diligencias etc, pensando en eso. En las capas que componen nuestro hermoso manto social y que tanto quieren componer todas esas ONGs extrajeras y comites pro cualquier cosa menos, pro sentido común, recordé cuando uno de esos vendedores dijo una vez en una camioneta.
“lástima que aquellas señoritas no me ponen atención, pero si les estuviera robando, ahí si me podrían atención. Ahí si estaría calladitas”, y claro ninguno hicimos nada, soy uno de tantos cobardes que sobran en este país. Siempre nos dejamos intimidar por esta mierda de gente. Por miedo, pero creo que ese miedo no viene de la guerra viene de más atrás.
Total son como las once de la noche, paso a pie frente a Applebees ese restaurante que es igual a Friday´s, y para mi sorpresa los tres lacritas eran expulsados del lugar. He de decir que los llevaban cargados pero al ser colocados en la calle los niños pateaban a los meseros que los habían sacado de lugar.
Pero claro, los niños solo pedían su derecho de ser alimentados, su derecho de decir,“acá estoy, no soy invisible, ayúdame, aliméntame, has lo que mis padres no hacen por mi… lo que la iglesia permite al prohibir los métodos anticonceptivos“.
Sé que todo estos son ideas sin conclusión, se que divago. Puede que este girando en una rotonda si fin, pero uno cuando esta molesto así es.
Cuando camino por las aceras la señoras por alguna extraña razón caminan tan lento que obstaculizan el paso. Y claro, temerosas voltean, piensan que las voy a saltar y como no, de repente me acerco y trato de pasarlas, pero ellas en su inmensidad, por lo general son gordas, no dan pie a un espacio para ser rebasadas, pero recuerdo, tampoco sabemos caminar en la calle. Y están en su derecho, en el de ser un engranaje más que evita que esta ciudad siga su curso, y están también en su derecho de considerarme un ladrón, así como yo, yo también lo hago con las personas que se me acercan. Somos la suma de las inconformidades, de las desconfianzas, y sobretodo, de la gente que nos quejamos y no hacemos nada.
La cosa es simple. Vivir en Guatemala es vivir en un país de tantas caras que las unas parecen falsas y las otras exageradas. No creo que sea cosa de ver el vaso medio vacío es de verlo como más fácil y práctico te resulte. A mi me parece que todos quieren mi dinero, y sobre todo que cualquiera que no sea yo es un potencial asaltante. ”que me pasa esto… que mi hijo está muerto, que mi enfermedad, que el gobierno, que los grandes corazones, que cristo y las once mil vírgenes“ ya estoy harto.
La tarde del viernes me dirigía en una 101 del centro a la zona diez. Tres lacritas: él de 8, ella de 9 y él 10 años andaban chingado en la calle, ahí en la octava calle por la iglesia esta que ahora olvidé su nombre, sobre la décima avenida. Santa algo. Se suben de gratis a la camioneta y se la van chingando. Cosa de niños, normal para cualquiera, cosas de la edad dirían por ahi.
Acá más quejas...
En el centro comercial zona cuatro se sube una muchacha que estaba de buen ver, si se quiere decir vulgarmente cualquiera le da para sus dulces, la diferencia era que carecía de un ojos, “seguro fue puta y le sacaron un ojo, esas cosas que se acostumbran en el tercer mundo” pensé. Detrás de ella su compañero empezó a ofrecer manías japonesas con el rollo de siempre que jesús, y que antes robaba etc.
El colmo fue cuando viene y dice “Sabes hermano yo no te entiendo. Yo me subo a ofrecerte mi producto y la palabra de dios y tu no me pones caso. –Para ese momento uno de los lacritas se acerca y le pide unas manías gratis. El vendedor hace una pausa y sigue con su charla- La verdad no entiendo porque eres así, antes si asaltaba y te quitaba tus pertenencias todo era malo. Vienes nos linchas y nos quemas. Ahora que te vendo productos tu te molestas y me maltratas. De verdad que ya no se que quieres que haga –En este instante se acerca la otra lacrita a pedir otra manía y el vendedor un poco molesto la entrega-. Así que por favor hermano ayúdame cómprame mis manía. –Para este momento aparece la tercera y ultima lacrita a pedir las manía, la cual le fue entregada más no fue con mucha gracia por el vendedor-. Sabes hermano, eres un irrespetuoso porque no me ves cuando yo te hablo, se que estás cansado pero por favor compra por un quetzal estas manías y ayudarás a cendas nuevas“ o similar.
Yo en realidad nunca he sido de dar dinero en la camioneta, a veces es a los músicos a quienes les doy dinero no sé porqué, quizás porque que si me hubiera dedicado a ser músico como siempre anhelé hubiera terminado de la misma manera. Pero me desvió.
El sujeto vendería unas cinco manías y la vida en la camioneta siguió. Estos tres lacritas seguían chingando, el chofer hace un frenazo que obliga a los tres niños, que, cual efecto domino, caen uno encima del otro en el suelo de la camioneta. El que quedó abajo se levanto como los mil demonios y le pegó un puñetazo a la niña en la espalda y al otro niño un golpe similar.
Nadie hizo nada, total, no son nuestros hijos, porque habríamos de corregirlos, al menos yo pensé “que se maten, total de ladrones van a terminar“.
Y bueno, me bajo en la Reforma camino, hago mis diligencias etc, pensando en eso. En las capas que componen nuestro hermoso manto social y que tanto quieren componer todas esas ONGs extrajeras y comites pro cualquier cosa menos, pro sentido común, recordé cuando uno de esos vendedores dijo una vez en una camioneta.
“lástima que aquellas señoritas no me ponen atención, pero si les estuviera robando, ahí si me podrían atención. Ahí si estaría calladitas”, y claro ninguno hicimos nada, soy uno de tantos cobardes que sobran en este país. Siempre nos dejamos intimidar por esta mierda de gente. Por miedo, pero creo que ese miedo no viene de la guerra viene de más atrás.
Total son como las once de la noche, paso a pie frente a Applebees ese restaurante que es igual a Friday´s, y para mi sorpresa los tres lacritas eran expulsados del lugar. He de decir que los llevaban cargados pero al ser colocados en la calle los niños pateaban a los meseros que los habían sacado de lugar.
Pero claro, los niños solo pedían su derecho de ser alimentados, su derecho de decir,“acá estoy, no soy invisible, ayúdame, aliméntame, has lo que mis padres no hacen por mi… lo que la iglesia permite al prohibir los métodos anticonceptivos“.
Sé que todo estos son ideas sin conclusión, se que divago. Puede que este girando en una rotonda si fin, pero uno cuando esta molesto así es.
Cuando camino por las aceras la señoras por alguna extraña razón caminan tan lento que obstaculizan el paso. Y claro, temerosas voltean, piensan que las voy a saltar y como no, de repente me acerco y trato de pasarlas, pero ellas en su inmensidad, por lo general son gordas, no dan pie a un espacio para ser rebasadas, pero recuerdo, tampoco sabemos caminar en la calle. Y están en su derecho, en el de ser un engranaje más que evita que esta ciudad siga su curso, y están también en su derecho de considerarme un ladrón, así como yo, yo también lo hago con las personas que se me acercan. Somos la suma de las inconformidades, de las desconfianzas, y sobretodo, de la gente que nos quejamos y no hacemos nada.
Comentarios
Me pelié verbalmente con tres pisados, uno que me señaló por no querer recibirle el dulce a su compañero y dos que me interrumpieron la lectura al colocar su "golosina" encima de las páginas del libro. En las tres he sentido la muerte cerca.
Hace unas horas pasó una doña a preguntar si no necesitábamos alguien que planchara y lavara, porque no veía la forma de juntar dinero para alimentar a sus hijos. Su apariencia no me convenció de la verdad de sus palabras y aduje mi desempleo para no darle ni un len.
Los demás comentarios me los reservo para una plática y un correo.
PD. Ya era hora que postearas un buen tema.
Camino mucho, para mí andar del hipódromo del sur al Obelismo no es nada descabellado. Si la agenda me lo permite, camino.
Pero detesto cuando la mara sale de su casa como si la banquera fuera sólo para ella. He tenido que esquivar gûiros, bolsas, señoras levantando el brazo pa parar la camio, y en general a todo mundo (creo q camino muy rápido).
Y una vez, conociendo a mi gente, di alcance a una tipa. Me baje de la banqueta pa no pasar a su lado. Por eso que decís, que lo ven a uno como caco. Pero en cuanto la bordeé, sintió que la ofendí y q me dio asco pasar a su lado.
Ay, ni que "yediera" me dijo. "No es por eso, es que me dio desconfianza" dije al continuar mi camino. Creo que algo bociferó, pero no la escuché con claridad. La verdad, me peló.
Buen tema...
saludos